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Medicina verde: aprovechar los conocimientos













Abuela, mamá, tía, vecina… no pueden sentir episodios de tos o fiebre
que enseguida ponen sobre el fuego el jarrito con agua al tiempo, hierbas medicinales —bien lavadas— y una pizca de azúcar.



Hierven raíces, cortezas, semillas o tallos duros de plantas. También utilizan hojas o flores, ya sean secas o frescas.



Muchas de ellas, con propiedades curativas demostradas, se manejan
individualmente o en mezclas, y son administradas de forma interna, es
decir, por vía bucal. Enemas, lavativas, gargarismos, enjuagues,
buchadas, entre otras, son formas de aprovechar los co(no)cimientos.



La manzanilla, por ejemplo, resulta típica en los
tratamientos contra la mala digestión y la retención de gases en el
cuerpo, mientras acumula propiedades carminativas y calmantes. Fortalece
el estómago y asegura que los alimentos caigan bien.



Orégano. Así se llama esa mata que estimula el
organismo a recuperar su energía y vigor, y facilita la expulsión de las
mucosidades de los bronquios.



Estudios científicos indican que goza de gran aceptación el tilo,
especialmente para contrarrestar el estrés o ansiedad por situaciones
extremas o de carácter importante, como exámenes escolares y eventos
familiares negativos.



Los cubanos echamos mano del tilo en brebajes para calmar las
tensiones, aunque, de igual manera, esta medicina herbaria estimula el
apetito, es antiespasmódico, diurético, hipotensor y vasodilatador.



Se le atribuye, de igual forma, efectos como desinfectante,
cicatrizante, sedante, relajante de los músculos lisos, expectorante y
astringente, entre otros.



La yagruma sirve para el catarro; el bejuco ubí para las enfermedades del pecho y del reuma; para combatir las diarreas, la yerba buena; si tienes piedras en un riñón y no orinas bien eso lo ayuda a curar el guizazo de caballo o el llantén.



El hombre descubrió así, con ejemplos como estos, la importancia de
las plantas en la medicina y aquel empirismo antiguo se convirtió en una
verdadera ciencia que cada día gana más adeptos e incluye ya medios de
alto nivel tecnológico, con un impacto sustantivo sobre la salud
pública.



Quizás para la abuela, mamá, tía, vecina…, cubanas al fin, el arte de
las hierbas resulta el pan de cada día, pues en él han encontrado
condiciones para mejorar la calidad de vida, además de una alternativa
de tratamiento para numerosos padecimientos que no encuentran hoy el
fármaco ideal en las farmacias.



Sin subestimar la ciencia médica, bien vale la pena profundizar en el
dominio de la población sobre las plantas medicinales, pues ellas
pueden aquietar la desmedida tendencia al consumo de antibióticos o
analgésicos, hasta favorecer la elaboración de otros más eficaces.



Probada está la efectividad de hierbas terapéuticas, por ejemplo,
para contrarrestar la sinusitis, el asma, la migraña, la gastritis,
malestares causados por lumbalgia, artrosis, trastornos musculares y
problemas gastrointestinales, entre otros.



En Cuba, se recogen antecedentes verbales de la utilización de
plantas medicinales desde la época de los aborígenes. Incluso, la
cultura popular inmortalizó la presencia en la ciudad matancera de
Cárdenas, a finales del siglo XIX, del doctor chino Cham Bom Bian, quien
ganó su reconocimiento con la prescripción de plantas medicinales.



Durante la Guerra de Liberación contra el colonialismo español
conocidos de la región asiática hicieron práctica de esa tradición.



Así pasaron años y fueron apareciendo nombres y aportes de investigadores que se fueron destacando en este campo.



Otros indicios de la Medicina Natural y Tradicional (MNT) tuvieron lugar en Cuba en la década de 1980, con la creación, a propuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro, del grupo de investigaciones Juan Tomás Roig, dedicado al estudio de la aplicación de los recursos naturales con fines terapéuticos.



Décadas después, esta práctica cobra fuerza hasta formar parte del
Programa Nacional de Medicamentos, como una herramienta más que cubre
tanto la atención primaria de la salud como los hospitales.






Por: José Alemán Mesa/ACN


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