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Celia Sánchez, la madrina






Vilma, Fidel, Raúl y Celia

Este 11 de enero se cumplen 40 años del fallecimiento de Celia
Sánchez Manduley, heroína de la Sierra y el llano de Cuba, quien vino al
mundo en Media Luna,  residió en Pilón y desarrolló una intensa
actividad revolucionaria en Manzanillo –localidades de la actual
provincia de Granma-, y en  todo el país.



El doctor Armando Hart Dávalos, en la despedida de su duelo, dijo:



Celia era y será siempre para todos sus compañeros, la fibra más
íntima y querida de la Revolución Cubana; la más entrañable de nuestras
hermanas. La más autóctona flor de la Revolución.



(…)



Hay que situarla como genuina representación popular de la etapa en
que Fidel y nuestro pueblo cambiaron el curso de la historia de América y
ayudaron de modo decisivo a la transformación revolucionaria del mundo.
Está junto al Che y Camilo. Como ellos, entró por las puertas de la
eternidad como símbolo purísimo del pueblo cubano en la época de Fidel.





Guerrillera de cuerpo entero



Quienes se vincularon de alguna manera a esta cubana insigne, suman
cientos. Uno fue el coronel Ramiro  Arturo Aguilera Barreiro (9-2-1926,
Manzanillo-24-5-2010, Bayamo) quien la conoció en 1957 y junto a ella
colabora con el Ejército Rebelde que operaba en la Sierra Maestra al
mando de Fidel Castro Ruz, al cual ambos se incorporan posteriormente.



Ya retirado de las Fuerzas Armadas, Aguilerita, como le decían
cariñosamente, contó en una ocasión que aunque Celia era mujer fina, de
complexión física en apariencia débil, tenía una gran resistencia,
demostrada no solo al acompañar a su padre en la escalada al Pico Real
del Turquino, a colocar en la cima de Cuba un busto de José Martí.



Miren que Fidel era incansable y caminaba rápido en las montañas, sin
embargo, Celia no se quedaba detrás de él. ¡Qué resistencia tenía!
Añadió Arturo Aguilera, e hizo constar que esa característica era una de
las que más admiraba en ella.



También encomió que fungía de “económica” de la tropa, llevaba el
dinero y el control estricto de los gastos. “A Fidel se podía sacudir
por los pies boca abajo, que no soltaba un centavo, él no llevaba dinero
encima”.



La madrina



En el libro de 15,3 centímetros de ancho por 23 de alto, y 358
páginas, CELIA ensayo para una biografía, de Pedro Álvarez Tabío, se
narra: “en fecha tan temprana como abril de 1957, Raúl Castro escribe en
mensaje enviado desde la montaña a Celia, quien estaba entonces
preparando en Manzanillo su segunda subida a la Sierra: “Tú te has
convertido en nuestro paño de lágrimas más inmediato y por eso todo el
peso recae sobre ti; te vamos a tener que nombrar Madrina Oficial del
Destacamento. (…) Muchas cartas y mensajes posteriores de Raúl (…) van a
estar dirigidas a “Querida Madrinita”.



Frugal almuerzo



En el aquí mencionado libro de Álvarez Tabío, aparece que en una
ocasión varios de sus colaboradores van a recoger a Celia a las 5.00 de
la mañana para salir por carretera a una reunión en una ciudad del
interior de Cuba. Al montar dijo sonriente a sus compañeros de viaje:
“Aquí llevo el almuerzo para no ocasionar gastos a la provincia” y
mostró un cartucho de palitroques. “Y, además, les traigo hasta el
postre”. Y enseñó otro cartucho de mamoncillos.



Al mediodía, cuando sus acompañantes hacía rato se esforzaban por
disimular el hambre, repartió dos palitroques y un mamoncillo por
cabeza. De más está decir que todos se sometieron sin chistar a la
dieta.



Qué asamblea, Daniel



Daniel Rodríguez Verdecia, en la actualidad historiador del
movimiento obrero en Manzanillo, cuenta que siendo él, primer secretario
del Partido Comunista de Cuba (PCC) en un municipio granmense, Celia
Sánchez asiste a una asamblea de balance del organismo en su localidad, y
en el punto de someter a votación la candidatura para el nuevo Comité
municipal del PCC, un delegado pide la palabra y objeta a uno de los
candidatos, y lo hace exponiendo argumentos fuertes en contra del
objetado.



Dice Rodríguez Verdecia que a partir de ese momento él no cesó de
pensar en la tremenda descarga que le echaría Celia por el suceso.



Por el contrario, al terminar la asamblea ella le dice: ¡Qué buena asamblea, Daniel, qué buena asamblea! Y lo felicita.



Estas son pinceladas que dejan entrever qué clase de mujer, de
combatiente, de amiga, fue Celia Sánchez Manduley, quien hace 40 años
partió a la inmortalidad, sin embargo,  La Madrina sigue presente en la
mente y el corazón de su pueblo.



Tomado de La demajagua



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