En su andar por la Sierra no solo aromó los caminos con el olor de
las flores silvestres, sino que derramó luz entre todos y, en especial,
los desposeídos a los que entregó sus afanes, su combate por un mundo
mejor. Martiana de corazón, desde muy joven, Celia Sánchez Manduley
luchó contra las injusticias. Fue largo el tiempo, más al final se
rompieron las ataduras. Los bosques crecieron y en sus gozosas ramas
cantaron como nunca los pájaros, los niños dibujaron en sus cuadernos
los días de sonrisa, los novios felices acunaron sus amores…Hubo
escuelas, hospitales, trabajo seguro. La vida se hizo digna de vivirla y
ella, Celia, sin desmayos continuó su quehacer en otras gloriosas
jornadas por la Cuba que siempre hizo suya.
En ocasión del fallecimiento de la heroína ocurrido el 11 de enero
de 1980, publicamos un sentido poema que le inspirara el poeta Adolfo
Alfonso.
Flor autóctona, mujer
Hecha de miel y de acero
Radiante como un lucero
Que baña el amanecer
Tú naciste para ser
Por la historia perpetuada
Y aunque la sierra empinada
Retumbó por la bravura
Nunca estuvo la ternura
Mejor personificada.
¡Oh paloma verde olivo!
Para rendirte homenaje
Habrá con otro lenguaje
Que inventar un adjetivo
¡Oh corazón combativo
Con más luz que el astro rey!
¡Oh discípula de Hatuey
Esta dicha del presente
Es fruto de tu simiente
Celia Sánchez Manduley.
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