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Trata de personas, cauces modernos de un mal milenario








La joven llega con una tarjeta en la mano: un extranjero la detuvo en
la calle para elogiar su belleza y le aseguró que haría fortuna como
modelo de revistas en Europa. La familia duda, pero no rechaza de plano
la idea de que «la niña» se abra camino, así sea en una firma modesta,
capaz de apostar a talentos nuevos, «rostros frescos y desconocidos»,
como dijo el caballero para entusiasmarla.



Recuerdan a una vecinita que «resolvió» por internet un contrato como
bailarina, y especulan: «Debe irle bien, porque todavía no ha virado».
Pero una amiga sugiere no precipitarse: otra muchacha viajó para un
espectáculo circense y la familia está desesperada, sin saber de ella.



La chica fue elegida en un casting organizado en una playa (sin
contraparte oficial cubana, pero en ese momento nadie se percató de
eso). La apremiaron para firmar el contrato en un idioma rarísimo y
luego la «compañía» extranjera costeó los trámites y sacó los pasajes
por internet.



Muy tarde descubrieron que era pura fachada para ponerlas a trabajar
como contorsionistas en un cabaré, y si no ceden a las «demandas» de los
clientes babosos, no reunirán el dinero para saldar deudas y recuperar
sus pasaportes.



Sueños, ilusiones, necesidades económicas, baja autoestima,
inocencia, descuido familiar, desconocimiento de lo que acontece a nivel
global… Cualquier vulnerabilidad es bien aprovechada por quienes
alimentan la maquinaria de la Trata internacional de personas, delito
que hoy genera ganancias multimillonarias y del que ningún país logra
escapar.



Aunque no es el único, la explotación sexual o prostitución forzada
es uno de los propósitos de ese sórdido negocio milenario, que sobrevive
apelando a los más bajos resortes de la especie humana. Según
estadísticas de la ONU, se ceba sobre todo en figuras femeninas, pero no
discrimina sexo, edad, cultura o color a la hora de torcer vidas
ajenas.



Piel de corderos



La trata y los desafíos que entraña su erradicación fue el tema
central del 13er. Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación,
Isabel Moya Richard in memoriam, desarrollado este mes en La Habana.



Voces expertas del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio
del Interior, la Unión de Juristas de Cuba y colegas de la prensa
nacional y de otros países, aclararon dudas sobre los mecanismos
adoptados por los tratantes para penetrar las características
socioculturales de cada país, las posibles respuestas de las autoridades
dentro del marco del respeto a los derechos individuales, el
acompañamiento a las víctimas y el rol de los medios de comunicación
masiva y las redes sociales para aumentar la percepción de riesgo en las
familias cubanas.



Ante la creciente denuncia mundial, los inescrupulosos cauces que
hacen fluir la Trata en todas direcciones han refinado su estrategia
para mantener el suministro de «carne fresca», incluso desde países
donde hay mayor celo en las fronteras y se protege a la niñez y la
juventud.



El acceso generalizado a nuevas tecnologías de comunicación les
allana el camino para ganarse la confianza de sus víctimas e incitarles a
emplear medios legales en el viaje hacia un destino intermedio. Luego
invalidan su capacidad de gestión mediante coacción, fuerza física o
abuso de poder, silenciándolas con amenazas contra su vida o la de sus
familiares.



Algunas mujeres, aunque se sienten estafadas por sus captores, no
llegan a entender la esencia del negocio, que esconde la explotación
bajo el velo de una supuesta autonomía, narran los expertos. La presión
sicológica se redobla con la retención de documentos y salarios, o
mediante sustancias que anulan su voluntad y les generan adicciones
autodestructivas.



Prevenir y detectar



En consonancia con la meta 8.7 de la Agenda 2030 de Desarrollo
Sostenible, el Plan de Acción Nacional para la Prevención y
Enfrentamiento a la Trata de Personas en Cuba y la Protección a las
Víctimas se rige por el principio de tolerancia cero.



Como los protocolos que impulsa la ONU, este instrumento tiene tres
pilares: prevenir y combatir circunstancias que propiciarían la
articulación de redes de tratantes, proteger a quienes se identifiquen
como víctimas y cooperar con otros estados y agencias.



En el informe de 2018 Cuba reportó 21 casos, de los cuales 19 fueron
por explotación sexual de mujeres jóvenes y siete niñas. En el debate
quedó claro que las autoridades migratorias se esfuerzan por neutralizar
posibles tratantes y alertan a quienes viajarán en condiciones que
despiertan suspicacia, pero toca a las personas ser más precavidas en el
ejercicio de sus derechos individuales.



La atención a las víctimas abarca desde vías para la repatriación
hasta acompañamiento sicológico y asesoría legal si se deciden a
denunciar, o al menos contar su experiencia para dar fe del fenómeno y
prevenir casos nuevos.



Conceptos claros



La Trata engloba la captación, traslado y recepción de personas para
explotarlas con fines sexuales o productivos. A diferencia del Tráfico
de personas, las víctimas no están conscientes de su destino: entran en
el sistema mediante rapto, fraude o abuso de poder, y no pueden
desligarse voluntariamente, ni siquiera cuando hayan cubierto los gastos
del viaje o sientan que su vida peligra.



Tomado de Juventud Rebelde



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